Adviértase lo difícil que resultaría admitir, tras observar cierta hipotética máquina que ésta "ha elegido" o se "ha enamorado". Las mismas pruebas que aceptaríamos como flagrantes en un ser humano, serían, en el caso de las máquinas, objeto de controversia sin fin. Algunas ventajas tenemos, sin embargo, sobre los pensadores precibernéticos, ventajas que residen en el estado actual de la teoría y la práctica de la cibernética y la matemática, de sus estímulos y sus miedos. A partir de ciertas definiciones nuevas, insoslayables, puede argumentarse sobre la posibilidad de que una máquina llegue a traspasar una, predefinida, frontera del pensamiento.