El «mundo» de los arquitectos viene a ser, para el gran público, algo así como el mundo de los espeleólogos, arqueólogos y otras actividades exóticas. No nos referimos al mudo de los que hacen casas como crecen hongos, sino al de los creadores —¿y por qué no escribir la palabra temida ?— de los artistas. Estos forman una auténtica «organización» mundial con sus venerados antepasados, sus actuales «estrellas», sus publicaciones, sus congresos, sus modas y sus pullas. Sin embargo, hecho curioso, de estos hombres llenos de propuestas definitivas y obras destacadas, la gente sabe muy poco, ni, lo que es más significativo, le interesa saber. Así pues, el arquitecto, que había sido el artista mimado y cotizado del Renacimiento y a principios de nuestro siglo, hoy no es nadie, no cuenta. ¿Qué ha sucedido ? Pero, veamos, ¿quién, entonces, conforma hoy en día la plástica de nuestras ciudades, de las urbanizaciones, de los objetos que nos rodean ? Creo que en Las estrellas de la arquitectura, que reúnen los artículos de Xavier Sust desde 1969 hasta 1974, hay una aproximación a la respuesta. Xavier Sust, perplejo ante el fenómeno, se detiene a mirar a su alrededor y a preguntarse cómo los arquitectos, que aún siguen soñando en castillos, se han ido alejando de la realidad ; por qué nadie recurre ya al arquitecto para distinguirse con su chaletito en la parcela ; por qué los niños prefieren aparatos fotográficos «como los de papá» a los racionalmente diseñados para ellos por ilustres proyectistas ; por qué la Guía Michelin otorga estrellas a la arquitectura por su tamaño y su fausto y no, por ejemplo, por la calidad de un espacio creado ; por qué, frente a esta marginación, el arquitecto se limita a llorar sobre su maldito destino. . . La actitud de Xavier Sust en sus escritos señala uno de los pocos caminos para que el arquitecto deje de lamentarse y no pierda el tren para siempre. . .