Poco antes de morir, Witold Gombrowicz, en una entrevista concedida a Dominique Roux, pasaba en revista la totalidad de su obra literaria. Sus comentarios sobre relatos juveniles que forman este volumen resultan reveladores. En estos textos el autor encuentra ya formulada la preocupación fundamental que desarrollaría en sus obras posteriores : la pasión por aprisionar los orígenes y las esencias de la realidad, haciéndola cuajar en una Forma.
«Cuando hoy releo estos cuentos lejanos, advierto que hay riqueza en ellos y que vibran cortocircuitos sorprendentes, visiones inesperadas, y que chispean de humor y de juego. Confieso, no obstante, que en esas páginas hay un elemento morboso, repelente, repugnante incluso. Es cierto. Reconozcamos a pesar de todo que esos contenidos repelentes pierden repugnancia al convertirse en elementos de la Forma ; su papel es funcional, obedecen a un fin superior : a la creación de una deuda, y hasta quizá de absolución.»
En Crimen premeditado una serie de actos a primera vista desconectados entre sí transforman en crimen una muerte enteramente natural, y crean al asesino ; en El festín de la condesa Kotlubaj asistimos a una verdadera orgía de canibalismo ; en La virginidad, algunos detalles insignificantes y en apariencia incoherentes introducen a una pareja inocente en la más oscura entraña de la sexualidad. Según el famoso polonista K. A. Jelenski, se trata de un texto donde el erotismo más refinado se entrevera y confunde con la obscenidad total.