Con este segundo volumen de la edición abreviada de Mi vida secreta concluimos la publicación de esta obra cumbre en la historia de la literatura erótica testimonial.
«La imaginación desempeña un papel fundamental en todos los actos de amor y lujuria, que son términos casi sinónimos. Todos los afectos humanos están engendrados por el acto de la copulación y sus preliminares. El bruto, para quien una mujer sólo es carne fresca con un agujero para joder, el hombre sin imaginación, incapaz de la elevada sutileza de los placeres sexuales, que folla cuando su semilla le intranquiliza el pito, el bruto que sólo entonces piensa en su mujer y le da una palmada en el trasero despidiéndola tan pronto como ha terminado, él es el bestia, porque sólo él hace exactamente lo que hace la bestia, el animal, y nada más.»
Esta es la reflexión que escribe «Walter» en su diario de madurez en respuesta a la pregunta, «¿Seremos bestias ?», que le hace una de sus más asiduas y cachondas compañeras de cama.
El autor de Mi vida secreta, ya entrado en años y algo menos activo sexualmente, dedica en esta segunda fase de su vida un tiempo más dilatado a consideraciones éticas acerca de su actividad erótica, sin por ello dejar de seguir relatando, con la sinceridad que le caracteriza, todas aquellas experiencias que su insaciable curiosidad e inagotable vitalidad le brindan. Sus relaciones sexuales pasan a ser bastante más complejas y ricas, y «Walter» ya no vacila en hacer intervenir en ellas a hombres, con uno de los cuales, pese a su inconsciente inhibición y rechazo, consigue incluso encontrar todos lo placeres de una relación homosexual.