¿Por qué el grito repentino de una desconocida y la vista de su cuerpo ensangrentado han turbado tanto a Anne Desbaresdes, que es joven y rica, y no tiene otro afecto que el de su hijo ? ¿Por qué vuelve insistentemente al café del puerto, anodino escenario del crimen ? ¿Por qué interroga a un desconocido, testigo él también del asesinato ? El vino que bebe lentamente es el pretexto que lleva a ir siempre más adelante en su investigación y a hablar ella misma siempre más. En realidad, ¿qué busca ? ¿El deseo que mató a la otra y del que ella carece ? ¿La misma muerte en manos del desconcido que la desea, él sí, sin reparo alguno ? En esas lánguidas tardes de estío, inundadas por la cálida luz del sol poniente y los olores agridulces del mar y las magnolias. Anne Desbaresdes se acerca paulatinamente a la clave del enigma.