Hasta que toda la obra escrita de un autor no ve la luz del día puede afirmarse que no se dispone de una imagen cabal de la amplitud de su legado intelectual. La aparición póstuma de cuadernos, fragmentos o manuscritos enteros, puede llegar a ampliar de forma notable el punto de vista con el que se había contemplado al autor. Tras la muerte de Paul Valéry, han sido innumerables las obras, fragmentarias o completas, que se han rescatado de entre sus papeles. Un ejemplo no poco importante de esta labor de recuperación son Los principios de an-arquía pura y aplicada. Este pequeño cuaderno de 183 páginas, iniciado en Argel el 23 de abril de 1936 y dado por concluido dos años después, está conformado como un recopilación de reflexiones, aforismos y pensamientos, y parece ser el primer paso para una posterior y más sistemática ordenación de los materiales de una teoría de la anarquía. Pero, como en otras muchas ocasiones, a partir de 1938 el inquieto espíritu de Paul Valéry se encaminó hacia otros derroteros y este cuaderno permaneció intacto, en el estado en que hoy se presenta al público, hasta mucho después de su muerte, cuando fue rescatado por su hijo François.