Textos para nada. Nada de nada. Un silencio : «Mejor callarse, es el único medio si se quiere reventar, sin decir ni pío…explotar mudo».
NADA, porque Beckett, el escritor, no teme las palabras importantes, «no son importantes», sino que las suprime : «…hay que suprimir… y los locos pensamientos que inventan… hay que barrer, basta con decir no haber dicho nada, es otra vez no decir nada» ; sino que habla
bajo, cada año un poco más bajo. Más lentamente también, cada año más lentamente… Las pausas serán más largas entre las palabras, las frases, las sílabas…» ; sino que se irrita con esta «porquería de palabras».
NADA, porque Beckett, el creador, bruscamente, a la fuerza, no pudo más, no pudo continuar, dice, y se pregunta : «¿Dónde iría, si pudiera irme, qué sería, si pudiera ser, qué diría, si tuviera voz ?…» y, al máximo grado de lucidez, se convence ; «Deja, deja, nada lleva a nada, pero, ¿cuándo he llegadao a algo ?… ¿cuando creía que perseverando llegaría a encontrarme ?» y luego se liquida : «Nombrar, no, nada es nombrable, decir, no, nada es decible, entonces qué, no sé, no tenía que haber empezado. Añadirlo al repertorio, eso es, y ejecutarlo, como yo me ejecuto, trozo a trozo muerto…»
NADA, porque Beckett, Samuel, ya no sabe quién es : «…busco ser como el que yo busco, en mi cabeza, el que mi cabeza busca, el que impongo a mi cabeza que busque…», ni tan sólo si es : «Lo sé, aquí no hay nadie, ni yo ni nadie…», o si es dos en uno : «¿qué se habrán hecho de los tejidos que yo era, ya no los veo, ya no los siento, flotando, a mi alrededor, en mí, bah, todavía deben arrastrarse en alguna parte, haciéndose pasar por mí.», preguntándose : «…dónde tengo la cabeza, he debido dejarla en Irlanda, en una taberna, aún debe estar allí, la frente apoyada en la barra…»
NADA. Pero Beckett es Beckett y, mientras escribía en Textos para nada : «…¿qué decir de este otro sin nombre ni forma con que asediar al ser abandonado, nada. He aquí un bonito trío, y decir que todos sólo hacen uno, y que este uno sólo hace nada y que nada, no vale nada», ya pensaba en la trilogía Molloy, Malone muere y El Innombrable.
NADA, pero ahí está, Samuel Beckett, Premio Nobel, «cucu, por necesidades de la causa, como la raíz cuadrada de menos uno, la cabeza lívida, embadurnada de tinta y confitura… ojos trastornados, cabellos escasos, boca espumosa…»
Ana M.ª Moix, quien tradujo éste y algún otro libro de Beckett, quiso rendirle un homenaje que publicamos aquí : Pajarraco que no canta, algo tiene en la garganta.