Esta novela corta de William Faulkner no se ha vuelto a reimprimir en los Estados Unidos desde 1932, cuando fue publicada en Dallas por las ediciones del Book Club de Texas. Sólo se hicieron 300 ejemplares que fueron distribuidos entre los miembros del club. Desde entonces no ha habido más que una edición italiana en 1959 y ahora la nuestra.
La edición de este libro constituye una de las mayores satisfacciones que, como editores, podemos sentir. Desempolvar textos como éste y darles nueva vida es como crearlos otra vez. Creemos que el lector se quedará tan perplejo como nosotros y se preguntará por qué extrañas razones escritos de esta calidad permanecen sepultados por las sucesivas avalanchas de soporíferos best-sellers internacionales.
Miss Zilphia Gant se sitúa entre la primera época de Faulkner, en la que escribía bajo la influencia formal de Joyce y Anderson, y el período en que Freud fue tomando gran importancia en la confirmación de su tesis según la cual las represiones provocan siempre la violencia. Esta historia es original y Faulkner no volvió a recomponerla nunca ni en otros relatos ni en otras novelas como hacía algunas veces. Cuando la escribió, había ya publicado una decena de libros, pero debía su fama en particular a El ruido y la furia (1929) y Santuario (1931). No se puede hablar aquí de obra juvenil ni tampoco de obra de madurez, sino precisamente de una fase de transición que se produjo en el momento más fecundo de su proceso de escritor.
Los personajes de Miss Gant y su hija son caricaturas típicamente faulkerianas. La imagen misma de la represión y la inhibición : austeras y virtuosas hasta el absurdo, dignas e inflexibles hasta lo grotesco.
Cuando, al llegar a la última línea de esta novela, el lector cae en la cuenta de que ha recorrido dos vidas enteras en poco más de veinte páginas, puede empezar a dudar de la vigencia de la novela-río.