Alain Robbe-Grillet es de los pocos protagonistas del nouveau roman que han permanecido fieles al editor Jérôme Lindon, que creyó en ellos cuando nadie daba un céntimo por sus obras. Autores del mismo grupo pasaron más tarde a grandes industrias editoriales. La actitud de Robbe-Grillet denota el mismo rigor que se desprende de su obra.
Detrás de su abundante bigote negro, hay, además de uno de los escasos escritores de auténtico valor que aún quedan en Francia, un señor que fue ingeniero agrónomo, que viajó para su trabajo por Marruecos, Guinea, La Martinica y Guadalupe, y que es guionista (El año pasado en Mariembad) y cineasta (Trans-Europ-Express).
Félix de Azúa, en el prólogo de este volumen, define a Robbe-Grillet como «el caso típico de autor - contemporáneo - necesitado - de - escapar - de - las - inalterables -reglas- de -la -novela». Es cierto que Robe-Grillet huye de los tiempos y de los espacios clásicos y «así como el espacio de sus narraciones debe mucho al cine, su tiempo debe más a la fotografía». En Para un nouveau roman, el autor confiesa abiertamente su obsesión por la anulación del tiempo.
En Instantáneas —ya lo dice el título— es casi un manifiesto ilustrado de esta obsesión. Por eso, al recomendarnos este libro, su editor nos dijo : «Il s´agit de textes auxquels l´auteur attache la plus grande importance et qui sont en effet très caractéristiques de son oeuvre». Estos escritos son, pues, la muestra perfecta de lo que Robbe-Grillet entiende por literatura y por nouveau roman.