Pocos eran los que hablaban de kitsch cuando Hermann Broch escribió en 1933 Kitsch y arte de tendencia que publicamos ahora en este volumen. Es uno de los primeros intentos de definir, o por lo menos, de aclarar este concepto en el arte. Los filósofos alemanes, como Broch y Ludwig Giesz, fueron los primeros en dedicarse al estudio del interesantísimo fenómeno del mal gusto, de ºla cursilería y vulgaridad que nos rodea y en darle el nombre de kitsch que, ahora, la crítica estética del mundo entero ha adoptado. Más tarde, en el invierno de 1950-51 Broch empieza una conferencia sobre el tema, Notas sobre el problema del kitsch, diciendo: “No esperéis definiciones rigurosas y claras. Filosofar es siempre un juego de prestigio con las nubes, y la filosofía estética no escapa a esta regla”.
En el ensayo James Joyce y la época actual, Broch se sirve del Ulises para analizar por qué y cómo una obra de arte deja de ser el simple reflejo del “espíritu de su época” para penetrar en el desarrollo de la cultura posterior con anticipadora realidad, probando así, a pesar de su difícil comprensión, su supervivencia histórica.
“Siempre ha existido un ideal de “arte por el arte”. Todo artista y aun todo artesano honesto contrajo y contrae compromisos con él. No se podía hallar en algo místico. Por el contrario, es una actitud completamente racional...” comenta Broch en El arte a fines del siglo XIX y su no-estilo. Este es un estudio apasionante de los mecanismos que provocan una situación de conflicto hostil y violento entre el auténtico arte por el arte y la sociedad burguesa.