La segunda mitad del siglo XIX ha sido considerada la edad de oro de la literatura y el pensamiento rusos. Nombres como Gógol, Tolstói, Turguénev, Dostoievski, Tiútchev, Soloviov, Filareto o Bújarev testimonian en su vida y en sus obras el alma rusa de manera desbordante.
Siendo cierto lo anterior, no conviene perder de vista que mucho antes de que los intelectuales hubieran alcanzado la suficiente madurez para intentar entender la hondura de la «autohumillación de Cristo», la actitud del pueblo ruso se nutría de la llamada evangélica a la mansedumbre, la pobreza y la obediencia. No en vano, desde tiempo inmemorial la gente humilde fue capaz de encarnar esta idea cristiana y recibir de ella la fuerza para vivir con una mínima dignidad su pobre y sufriente existencia.
Sólo más tarde fueron los intelectuales y literatos quienes en sus obras reflejaron con agudeza aquella paradójica verdad. Sobre esta categoría sorprendente de la autohumillación gira este original ensayo.