De un modo u otro, todos cuantos han vertido su opinión sobre El sombrero de tres picos han destacado nítidamente esta novela entre el resto de las creaciones de Alarcón, situándola en lugar privilegiado dentro de la brillante narrativa de su época. Emilia Pardo Bazán consideraba a la obra delicioso idilio realista y la enaltecía hasta llamarla rey de los cuentos españoles; Juan Eugenio Hartzenbusch afirmaba haber leído con el mayor deleite la preciosa novelita; para Luis Alfonso -en un artículo que introduce algunas de las ediciones de la obra-, nuestro escritor ha sabido en ciertos momentos mojar la pluma de Quevedo en la paleta de Goya... Y son legión quienes, tanto en época de su autor como después de ella, se refieren a El sombrero de tres picos empleando términos tan encomiásticos como joya literaria, perla de la narrativa decimonónica, obra de plenitud, etc, etc.