A medida que su poesía conoce un proceso de depuración, Juan Ramón aspira a crear momentos eternos y toda una metafísica de la desnudez. Así pues, su obra se presenta como una serie de decantaciones, una búsqueda apasionada de las esencias y, en cambio, se desinteresa, de forma paralela, del incidente y de la retórica.