Como todos los productos culturales, la literatura infantil no está exenta de ideología. Los libros infantiles pueden ser poderosos instrumentos para ejercer el control. Por ello, muchos de ellos han querido mostrar un mundo sumiso y aséptico. Desde la racionalidad de la cultura, los tabús instalan un eje de dominación y poder; desde lo moral y lo religioso agrupan a una serie de actos condenables públicamente; desde lo pedagógico acogen temas que no deben se tratados para ciertos receptores. Sin embargo, la literatura posee sus propios recursos para representar la realidad, sin ellos hubiese sido imposible adentrarse en la fascinante y contradictoria esencia de la que estamos compuestos los seres humanos.