Marina Ginestà (Toulouse 1919-París 2014), la autora de esta novela, posa en Barcelona en 1936 vestida de miliciana, fusil al hombro, para la famosa foto de Juan Guzmán. Tiene 17 años. Es la intérprete del soviético Mikhail Koltsov, redactor de la Pravda y agente de Stalin, pero sus ideas están más cercanas a la CNT y al POUM. Los Ginestà eran una familia de viejos militantes comunistas de Barcelona. Marina admiraba mucho a su abuela, Micaela Chalmeta, líder anticlerical y antimilitarista quien solía acompañar en sus mítines a Andreu Nin, el secretario de Trotsky asesinado en 1940 por Ramón Mercader. Mercader fue, a su vez, novio de la joven Marina durante unos meses. Hasta 1960 no se enteraría ella de la terrible verdad. Durante la guerra civil Marina trabajó como periodista para Verdad. Exiliada en la República Dominicana y Venezuela, regresó a Europa en 1948 en busca de su abuela Micaela. Desde entonces, residió en Francia. Allí escribiría, en 1977, Els Precursors, novela en clave sobre el sindicalismo revolucionario de la Barcelona de los años veinte. De ahí que su personaje principal, Miquel Alzina, sea en realidad Salvador Seguí, El Noi del Sucre, mítico líder libertario asesinado en 1923.
Manuel Periáñez-Ginestà, hijo de Marina Ginestà, es quien ha traducido y editado Els Precursors bajo el título de Otros vendrán… Nuestra edición se enriquece además con una nota del periodista Bernard Maris, víctima del atentado yihadista del 7 de enero de 2015 en la redacción parisina de la revista Charlie Hebdo.
Es una novela conmovedora, que le deja a uno mudo. La leerán con un nudo en la garganta todos aquellos a quienes los nombres de Seguí, Ascaso, Jover, Sanz, Durruti le toquen la fibra sensible. [...] He aquí una conferencia en Madrid donde surge la vieja disputa entre los libertarios: ¿hay que apoyar a la joven revolución bolchevique, que acaba de imponer la «dictadura transitoria», o alejarse de ella, en nombre del ideal antiautoritario? [...] He aquí la gran huelga de La Canadiense, que proporciona la electricidad en Cataluña. He aquí la cárcel Modelo. En el otro bando, la patronal prepara sus armas. He aquí el «pacto del hambre», un fondo para financiar sobornos y [...] practicar el lock-out, [...] constituir milicias de pistoleros. Se mata cada día. Un guardia civil asesinará a Miquel en una ejecución sumaria. Su padre, el viejo Alzina, concluye: «Aquella imagen de la Revolución que se perfilaba en el horizonte ha retrocedido cada vez que hemos dado un paso adelante... Sin embargo, hay que aguantar. Después de nosotros, otros vendrán...». Ese es el final de este libro emocionante.
Bernard Maris, Charlie-Hebdo, 13 de agosto 2014