Un día, una pareja encuentra al pequeño Boris solo y abandonado en la ciénaga. Hacía tiempo que deseaban tener un hijo, así que deciden llevárselo con ellos y hacerse cargo de él. No le dan importancia al hecho de que Boris tenga branquias como un pez o los ojos más grandes que los demás niños.
Boris crece feliz con su familia hasta que un día siente el olor de la ciénaga y, atraído por él, se dirige hacia allí, pensando en cómo habría sido su vida si se hubiera quedado en la ciénaga. ¿Acaso no sería más feliz viviendo entre sus semejantes?, se pregunta Boris. ¿Es necesario parecerse para quererse?
Una parábola sobre el significado del amor y de la familia.